En un artículo de opinión recientemente publicado en la revista de energía de El Economista, Emili Rousaud, CEO y fundador de Factorenergia, analiza el panorama actual y futuro del sector energético en España. Bajo el título “La energía es la clave, las comercializadoras también”, Rousaud pone en valor el papel de las comercializadoras independientes como motor de innovación y competencia en el mercado liberalizado, al tiempo que subraya los retos y oportunidades que enfrenta el país en su transición hacia un modelo energético más sostenible.
La energía es la clave, las comercializadoras también
Si el futuro energético fuera una partida de cartas, en España tendríamos una mano prometedora, aunque no basta con tener buenas cartas. Cada jugada, en forma de inversión, regulación o innovación, debe ser calculada. La energía es un pilar clave para el desarrollo económico, industrial y social de cualquier país. Y, en España, somos campeones de la transición energética, ya que contamos con un gran potencial para aprovechar nuestros abundantes recursos renovables, siempre fomentando la innovación y la necesaria inversión en infraestructuras, como las de distribución. Sin duda, una oportunidad de oro para sumar en el objetivo de un mundo más descarbonizado.
Desde mi posición, he participado en numerosos foros del sector, con expertos, analistas y empresarios, y podemos decir que somos conscientes de la pole position que ostenta España. De hecho, me gusta recordar el pronóstico que, ya en 2019, nos compartió, en un acto que organizamos internamente, el catedrático de energía de la Singularity University, de Silicon Valley, Ramez Naam. Afirmó que, si España sabe aprovechar todo su potencial energético renovable, dispondrá de la energía más barata y abundante del mundo.
Un escenario de partida sin duda prometedor y alentador, aunque con desafíos que requieren una gestión cuidadosa tanto desde la perspectiva empresarial como desde el ámbito político y regulador. Tuvimos un serio aviso con el ataque de Rusia a Ucrania y el estallido de una nueva guerra a las puertas de Europa. La respuesta fue la excepción ibérica para proteger temporalmente a los consumidores de la volatilidad del mercado, aprovechando las características únicas del sistema energético de España y Portugal: una alta proporción de energías renovables y menor dependencia del gas natural ruso. Una decisión acertada tomada en un momento de alto voltaje y con importantes repercusiones en la esfera empresarial y del consumidor.
En el plano doméstico, existe la clara determinación de avanzar hacia una transición verde sostenible, en línea con los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). En este contexto, es más crucial que nunca.
Las comercializadoras independientes de energía en España han sido un pilar fundamental para fomentar la competencia en el mercado liberalizado y para impulsar el avance hacia una transición energética sostenible.
Desde mi experiencia en la ACIE, la Asociación de Comercializadores Independientes de Energía, que tuve el honor de presidir en 2023, he sido testigo del impacto clave de estas compañías. Han logrado competir eficazmente frente a los grandes players del mercado, desafiando estructuras verticales y ofreciendo precios más competitivos, así como un mejor servicio, más transparente y seguro, para los consumidores.
Comercializadoras que, sobre todo, también han actuado como motores deinnovación, siendo compañías ágiles y con proyectos de digitalización y soluciones innovadoras, como por ejemplo usar la tecnología blockchain para impulsar las comunidades solares, un modelo de autoconsumo colectivo necesario para avanzar hacia un futuro energético más limpio y eficiente.
Es por todo ello que, desde el punto normativo, iría en detrimento de la competencia y del impulso y el progreso de estas compañías que se adoptaran decisiones que fueran un lastre, beneficiando agrandes empresas con una cuota más que holgada –casi el 90%– del mercado liberalizado en España. Me refiero a una eventual prohibición de las llamadas telefónicas a potenciales clientes, salvo consentimiento expreso. Muchas de estas restricciones, impulsadas bajo el pretexto de proteger a los consumidores, pueden acarrear menos oferta y capacidad de elección para estos mismos clientes que buscan un mejor servicio. Y en el sector queda la sensación extendida de que se está tratando de regular la parte liberalizada.
Como comercializadoras estamos profundamente comprometidas con garantizar que las empresas del sector sean transparentes y actúen bajo un estricto código de buenas prácticas. Asimismo, valoramos y promovemos la importancia de aprovechar al máximo los recursos e inversiones realizados, para potenciar la digitalización, la tecnología y el compromiso con la transición energética.
Por ello, no es entendible que se pretenda adoptar unas exigencias tan restrictivas, como la mencionada prohibición, de las que no hay precedentes en los países de la Unión Europea. Prohibir no es el camino.
En este punto, permítanme una reflexión en clave más personal. En Factorenergia fuimos los primeros en inscribirnos en el registro cuando se liberalizó el mercado energético en España. Hace 25 años, desafiamos al status quo irrumpiendo en el sector eléctrico, promoviendo el derecho del cliente energético a decidir entre diferentes propuestas. Desde el ministerio de entonces nos dijeron que la ley no estaba hecha para nosotros, pero sin duda cumplíamos todos los requisitos. Ser pioneros tuvo sus ventajas, ya que entras en un mercado inmaduro con enormes oportunidades, pero también desventajas, porque la captación de clientes tenía sus complicaciones.
Hemos avanzado mucho para abrir camino a quienes han llegado después, pero aún enfrentamos grandes desafíos. En el sector energético, todos sus actores, debemos adaptarnos a un entorno en constante cambio y a las dinámicas del mercado. Sin embargo, las comercializadoras independientes tienen una gran oportunidad si saben potenciar sus principales fortalezas: la diferenciación, la agilidad y la digitalización. Estas les permiten ser más eficientes y ofrecer una mejor experiencia al cliente. Nuestro éxito futuro dependerá, en gran medida, de nuestra capacidad para anticiparnos y adaptarnos.
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