Las centrales nucleares producen electricidad sin generar las emisiones que dan lugar al calentamiento global. No obstante, y aunque representan un procedimiento económico y una forma para ahorrar energía no son, ni de lejos, la solución ante la crisis climática, para eso tenemos las energías renovables.
Como las nucleares ayudaron a ahorrar energía
La energía nuclear, la de los átomos, tiene dos caras: la cara negativa es la de la bomba atómica, los riesgos medioambientales asociados al fallo de una central y la vida media de los residuos radioactivos…. La cara buena es que se trata de una electricidad barata con poca contribución al calentamiento global y ahorro energético, tal y como prometieron en los años ’70.
Los científicos de entonces comprendían la energía nuclear como una solución a nuestras necesidades energéticas; como ahorrar energía, pero el calentamiento global ha hecho que volvamos a prestar atención a la energía nuclear, y es que pueden producir electricidad sin crear grandes cantidades de gases causantes del efecto invernadero, pero definitivamente no son la solución a la crisis medioambiental. Para ahorrar energía no es necesario producir tantos residuos tóxicos. Vamos a verlo:
Cómo funciona una central nuclear
Comencemos por el uranio. Normalmente es este el material radioactivo al que se da forma de barra para, después, guardar varias de estas barras dentro de una estructura de contención que las aísla de la radiación mortal que desprenden. Cuando estas barras están las unas al lado de las otras, se inicia una reacción en cadena controlada que libera mucha energía en forma de calor. Un líquido se bombea a través de la estructura de contención y se convierte en vapor, que se usa para impulsar una turbina.
División del átomo
Es muy probable que te suene una famosa fórmula de Einstein, según la que E=MC2. Hablando claro, una de las cosas que quiere decir es que una cantidad muy pequeña de materia se puede convertir en una inmensa cantidad de energía. Si esta energía se liberara de golpe, tendríamos una explosión atómica. Si, de lo contrario, se libera de forma controlada y dentro de un reactor nuclear, se puede conseguir mucho calor a partir de muy poco combustible; este es el principio que usan las centrales nucleares, a partir del uranio, y que no hace rentable el parón de las mismas; es por eso, por ahorro energético, que se mantienen siempre en marcha, porque son caras y cuestan de arrancar.
Para hacernos una idea, un único kilo de uranio puede desprender tanta energía como tres millones de kilos de carbón.
La seguridad de una central nuclear
Una vez iniciada la reacción en cadena del material nuclear, un reactor funciona como cualquier otro tipo de central: el calor de esta reacción se usa para hervir agua y producir vapor, que impulsa una turbina, que hace girar un generador, que produce electricidad.
Aun así, en términos de seguridad, esta reacción en cadena tiene que estar muy controlada ya que, de descontrolarse, destruiría las paredes de contención desprendiendo grandes fugas de radiación. Para ver la magnitud del problema, esto es lo que pasó en Chernobyl el año 1986.
Otro aspecto a tener en cuenta en materia de seguridad son los residuos nucleares; una vez consumido el uranio del reactor, este aún sigue radiando durante miles de años, haciendo difícil su desaparición y teniendo que enterrarse.
Seguridad del entorno
Además, cada central nuclear usa millones de litros de agua al día durante el proceso de enfriamiento del vapor después que este haya impulsado las turbinas. El agua que se usa no recoge radiación y suele volver al río o lago del que se extrae, no obstante, normalmente vuelve tan caliente que mata o perjudica a los peces y otros seres vivos que viven allí.
Las centrales nucleares fueron una gran solución para cubrir la gran demanda energética durante los años setenta y en adelante. Aun así, hoy en día, que prima el ahorro energético, económico y el bienestar medioambiental, deberíamos empezar a prescindir de este tipo de generación que tanto perjudica a nuestro entorno y que, además, puede convertirse en una arma mortal y en un gran riesgo para el medio ambiente, no solo para ahorrar energía, sino para producir cada vez más con energías alternativas o renovables.
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